Siendo un tradicional e incondicional admirador de la mujer de la que voy a hablar, he de admitir que hay una diferencia notoria entre la artista María Rodríguez y el producto Mala Rodríguez, diferencia que es fácilmente apreciable cuando se asiste al concierto de la que creo que es una de las voces femeninas más complejas de este país, cuya virtud consiste en ser la única capaz de pasar sobre el escenario y con tremenda facilidad de un descarado rap de varios minutos a un estribillo folclórico al alcance de pocas gargantas (no se me malinterprete: tampoco es que hablemos de Aretha Franklin, y seguro que hay mejores raperas, pero nadie hace igual de bien las dos cosas). Una virtud que algunos tuvimos oportunidad de apreciar en su máxima expresión en uno de los conciertos que esta jerezana realizó hace meses dentro de un proyecto que se tituló "OJO con la Mala" y que, por desgracia, fue harto efímero y no quedó inmortalizado en ningún álbum ni de estudio ni en directo (al menos no de forma oficial), pero que consistía en una de las pocas fusiones musicales realmente interesantes que he tenido oportunidad de presenciar, consistente en interpretar los temas más urbanos de María Rodríguez con la colaboración de los jóvenes músicos de la Original Jazz Orquestra y la supervisión del artista Refree, en un todo que era infinitamente más que la suma de sus partes. En definitiva, una virtud que, por razones de mercado, históricamente no ha estado lo suficientemente aprovechada (y ahí está la diferencia) cuando hablamos del producto Mala Rodríguez.
Porque para el mercado, se supone que "la Mala" es antes un icono del rap patrio y de la cultura urbana que una voz virtuosa. En este sentido, su presentación Lujo Ibérico fue un CD tan modesto como redondo, tras el cual el desaparecido sello de hiphop Yo Gano cedió la jerezana a los ejecutivos de la Universal quienes, en cierto modo, trataron de repetir fórmula con Alevosía, conservando muchas de las marcas de la casa pero perdiendo la frescura del debut. Por fortuna, el estudio tuvo tiempo de rectificar: Malamarismo fue un paso importante en la madurez de la Mala, y todavía hoy soy incapaz de saber si este tercer disco me gusta más o menos que el primero, acaso porque se trata de cosas muy distintas. Hay que señalar que en todos los casos estábamos ante productos muy irregulares, pero en Malamarismo ya había definida una nueva tendencia que permitiría que la Mala pudiera situarse por encima de sus urbanos colegas.
Y así llegamos a Dirty Bailarina un paso más en la senda marcada por Malamarismo y que consiste en una lograda depuración de esta idea, donde ya casi no queda rastro de ese rap "del montón" que todavía condenaba a los pocos tracks prescindibles de su trabajo anterior. De hecho, son sus cortes más estándar, aquellos de estribillos más resultones, como No pidas perdón, Yo no mato el tiempo o Por eso mato, los que parecen trabajados a conciencia para gustar a un mayor número de oyentes. Por supuesto que sigue habiendo pequeños baches, como los interludios instrumentales Interferencias y Flores, vitamina y mucho sexo, y eso que este último es el único en el que se nota (muy levemente) la influencia jazzística de "OJO con la Mala", si bien tanto aquí como en el grueso de Dirty Bailarina se nos ofrece, ante todo, un disco de música electrónica. La buena noticia es que por fin tenemos una auténtica evolución que parte de lo experimental para llegar a resultados realmente sólidos, logrando estupendos cortes donde la Mala sólo rapea (Cuento indio) o sólo canta (Un corazón), y consiguiendo la necesaria labor de explotar el virtuosismo del que hablábamos al principio. Por eso, a diferencia de la sonora presencia de Raimundo Amador en Malamarismo, el broche que Estrella Morente pone a Dirty Bailarina es un ornamento casi anecdótico, y es que María Rodríguez ya no necesita padrinos.
jueves, 27 de mayo de 2010
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yo iba a hacer una entrada del disco la semana pasada cuando lo escuche, pero despues de la decepcion (igual o mas que con perdidos) lo borre directamente, como disco de hip hop un cero, como otra cosa, me aptengo de opinar, es mi humilde opinion.
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