Nunca me han gustado las publicaciones "especializadas" en tecnología en las que, a la hora de evaluar un producto, se limitan a parafrasear las características técnicas que promete el vendedor, y no se centran en los pros y contras de su uso diario. Lo que verdaderamente importa de muchos consumibles electrónicos es algo más que capacidades de almacenamiento o tasas de transferencia, a menudo son características que saltan a la vista pero que no figuran en los catálogos.
1. Pequeño y ligero
Cuanto más pequeño y ligero es el producto, mejor para el consumidor. Esto es aplicable a cualquier cosa, electrónica o no, pero los productos electrónicos ofrecen la oportunidad de sacrificar las características técnicas para invertir en un diseño más reducido. Por ejemplo, si vamos a comprar un disco duro externo no vale la pena gastar un dineral en aquél que ofrezca una enorme capacidad de almacenamiento pero sea un trasto enorme y pesado porque, a la larga, su capacidad habrá quedado anticuada y encima será un cacharro poco manejable del que estaremos arrepentidos. Es mejor comprar, por el mismo precio (o incluso menos), un disco de la mitad de capacidad pero de tamaño mínimo porque, por limitado que parezca, siempre será un accesorio versátil que podamos llevar donde queramos sin que se note.
Es curioso porque la obsesión por la última tecnología hace que muchos consumidores no consideren el tamaño de artículos en los que, precisamente, el tamaño es fundamental. Véanse, por ejemplo, los portátiles ultrasofisticados con pantallas panorámicas gigantes. Un portátil, por definición, debe ser cómodo de transportar, cuando es tan grande que no facilita su transporte, entonces es mejor comprarse un PC de sobremesa. Otro ejemplo: las cámaras compactas digitales con montones de funcionalidades pero mayores que una réflex. Todas esas funcionalidades se quedarán obsoletas en cuestión de meses, para entonces tampoco será una cámara compacta que podamos llevar en el bolsillo, que es donde está la gracia.
2. Ergonómico
Se trata de que el diseño de un aparato esté al servicio de la manera en la que se utiliza y no al revés. En casa tengo un disco duro LaCie diseñado por Porsche, del que concluyo que el fabricante de automóviles debería haberse dedicado en exclusividad a diseñar deportivos y olvidarse de los discos duros: el botón para encenderlo está en la parte trasera y el led de encendido en la delantera; es pesado, con carcasa rígida y con pronunciadas aristas, lo cual no da sensación de robustez, al contrario, parece que no sea capaz de absorber los golpes; no se alimenta por USB y la fuente de alimentación es enorme, con un cable endiabladamente rígido, etc. Hay portátiles que tienen dos palanquitas para abrirlos, una a cada lado, con lo cual tienes que usar las dos manos para levantar la tapa, y no puedes hacerlo, por ejemplo, si estás quedando con un amigo por teléfono y, a la vez, quieres consultar en internet dónde está el bar en el que vais a tomaros el gin-tonic. Mientras los usuarios no den importancia a estos fallos los fabricantes seguirán cometiéndolos.
La ergonomía, en ocasiones, puede contradecir al punto anterior, ya que hay casos en los que conviene que un aparato no sea demasiado pequeño. El Nokia 7380 es un teléfono móvil vanguardista y muy bonito que no tiene teclado, lo que hace que cueste muchísimo escribir un SMS, una funcionalidad que es básica para su público potencial. Otro tanto podemos decir de muchos ultraportátiles, tan reducidos que nos quedaremos ciegos mirando la pantalla y nos costará utilizar su teclado con velocidad.
3. Compacto
Lo ideal es que un artilugio tenga un acabado más o menos cúbico sin articulaciones, ni partes salientes, ni diferentes módulos (a menos que esos módulos tenga funcionalidad por sí solos, o que el módulo principal pueda funcionar sin ellos). Esto es deseable por varias razones, la primera porque de lo contrario el aparato es más difícil de guardar, y más susceptible de romperse. Por ejemplo, nunca me han gustado los móviles articulados que hay que abrir para usar, ya que se pueden partir. Tampoco los que tienen la antena exterior, ya que dificultan llevarlos en el bolsillo.
Otra razón es que no tiene sentido que un aparato conste de varios módulos separados si necesitamos unirlos todos para que funcionen. Por ejemplo, es normal que un portátil tenga el adaptador de alimentación fuera del aparato, porque el portátil puede funcionar sin estar conectado a corriente alterna. Sin embargo, no tiene ningún sentido que una impresora tenga la fuente de alimentación fuera, cuando el fabricante hace esto, no está pensando en el usuario, sino en la pasta que se ahorra no teniendo que diseñar una impresora para los diferentes tipos de voltaje del mundo. Es curioso que, en ese sentido, los proveedores de tecnología están dando un paso atrás: en los ochenta, todas los fabricantes de radiocassettes portátiles integraban el adaptador dentro del aparato, ahora se está volviendo a un modelo mucho más antiguo, cuando los televisores venían con un transformador enorme, al que había que conectar.
4. Bueno en sus funciones
Hay que tener muy presente para qué compramos algo y procurar que lo que compramos cumpla bien esa función y olvidarnos de los extras. Son absurdos, por ejemplo, los móviles con cámara de fotos con un montón de megapixels, primero porque un móvil no sirve para hacer fotos y segundo porque un móvil nunca hace buenas fotos, por más megapixels que tenga, ya que sus fabricantes invierten en telecomunicaciones, no en ópticas ni en diafragmas. Es cierto que hoy en día hay móviles realmente buenos reproduciendo música o películas, pero valen la pena sólo si ofrecen buena cobertura, buena autonomía y un interfaz que permita llamar (y navegar) con facilidad.
5. Usable a distancia
Es cierto que en la actualidad el joystick de las videoconsolas (no me refiero sólo a la Wii) es algo en el que se invierte tanto o más tiempo que en la unidad central, y el resultado se agradece. Gracias a las tecnologías inalámbricas muchos aparatos proporcionan aplicaciones web que permiten su uso y administración de una manera más o menos sencilla. Pero no hay, ni mucho menos, que bajar la guardia, ya que si hay algo de verdad importante en cualquier hogar occidental es el mando a distancia de los equipos domésticos, sin duda, uno de los inventos más importantes en la historia de la electrónica de consumo. El mando es un cacharro de cuyo diseño debería depender enormemente el éxito o el fracaso, por ejemplo, de un televisor, pero es algo en lo que nadie suele pensar cuando compra una tele de plasma gigante. Jamás en toda mi vida y en ningún lugar del mundo he ido a una gran superficie donde los vendedores enseñen los mandos a distancia a los clientes de la sección de imagen y sonido. Mientras esto sea así, que no nos extrañe que muchos fabricantes sigan trabajando en la tele más llamativa del centro comercial, y no reparen en que su mando es confuso o trae decenas de teclas que nadie va a usar.
domingo, 13 de diciembre de 2009
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